miércoles, 15 de junio de 2011



¿Por qué nadie juzga nuestros sentimientos? ¿Por qué no existe nada que nos ayude a impedir aquello que ya no queremos sentir? ¿Por qué tenemos sentimientos buenos hacia las personas que lo único que nos produjeron fue sufrimiento? ¿Qué sólo supieron causarnos dolor, angustia, tristeza, dolor y más dolor? Porque aunque todos lo negamos, sabemos, y muy bien, lo que sentimos, lo que nos pasa. Sabemos que si nos ponemos a pensar y recordamos todo lo que pasamos junto a esa persona, reafirmamos una vez más que la seguimos queriendo. Necesitamos recorrer caminos nuevos sin ese peso encima, sin esa historia a cuestas y es por eso que ya no deseamos quererla. Estamos hablando de esa persona que siempre vuelve a rondar en nuestras cabezas, la que nos trae tantos problemas como alegrías, la que no nos deja sentir todo eso que sentimos por ella, por alguien más. Es la persona a la que seguimos queriendo, a pesar de todo, con la que seguimos soñando, con la que queremos regresar y no volver cometer los mismos errores. Con la que queremos el futuro, porque nos parece única. ¿Por qué siempre se quiere lo difícil? ¿Será que es humano luchar siempre contra lo imposible?

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