jueves, 9 de junio de 2011


Todos quieren enseñarme comportamiento: mis padres, mis profesores.
Dicen que me forman, que me educan... En realidad, a veces siento que quieren domesticarme. Dicen que me tienen que frenar y que "es por mi bien".
Empiezan con el verso de la disciplina, la educación... pero yo no quiero entregar mi vida para que otros la moldeen a su antojo. Eso no me va. Ya sé que hay límites y sé que es peligroso traspasar algunos. También sé que si me los marcan es porque les importo y quieren cuidarme. Pero a veces es too much.
¡Que difícil es la relación con los adultos! Tanto en casa como en el colegio nos ponen un montón de reglas y de condiciones y nosotros las bancamos como podemos. ¿Es que ellos no se acuerdan de que, alguna vez, también fueron adolescentes inquietos e inseguros?

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