
Mi vida es rutinaria, monótona, gris. Puedo predecir con una aburrida exactitud cómo será mi día de mañana, qué cosas haré, que cosas no, con qué puedo contar y cuales son mejor que ni siquiera intente. Sé lo que voy a comer, con quien voy a hablar y el tiempo que voy a pasar delante del televisor. No hay sorpresas, no hay cambios, no hay nada que le dé un mínimo de emoción.
Cada dia me doy cuenta de que mi vida lleva su rumbo inevitable, cada día deseo mil cosas que no se cumplirán por el tipo de persona que soy. Y hoy, como cada día, sé que lo bueno no está por llegar. Pero en el fondo espero estar equivocada y que la vida me sorprenda con un giro de 90 grados.
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